El objetivo de estas pruebas es comprobar que los ejemplares examinados reúnen las cualidades mínimas imprescindibles que todo perro de caza debe poseer. Sirviendo también para verificar su transmisión genética. La prueba tiene como único objetivo verificar la aptitud para la caza y no el grado de adiestramiento ni el estilo. Se trata de una batería de pruebas básicas cuya finalidad es detectar el instinto para el cobro a partir de los elementos que intervienen en dicha actividad, tales como la memoria, la vista, el olfato o la tolerancia determinados estímulos.
Podrán participar en estas pruebas todos aquellos perros con edades comprendidas entre 7 y 24 meses, que estén inscritos en el LOE, RRC o cualquier Libro Genealógico reconocido por la FCI.
El examen se desarrollará en terrenos en los que pueda camuflarse la caza y en los que la vegetación permita evolucionar al perro con normalidad, idealmente prados, terrenos de calma, páramos, sotobosque claro o alfalfas cortas.
Se evitarán a toda costa los terrenos difíciles. La duración de la prueba se deja a la discreción de los jueces y consistirá en un cobro en tierra y otro en agua y en ponerles en presencia de una pieza de caza.
Para comprobar la nariz y el instinto de caza, se pondrá al perro a buen viento ante una pieza de caza viva (perdiz o faisán), oculta en terreno fácil y colocada a poca distancia (unos 10 metros), debiendo cerciorase los jueces de que la localiza con la nariz y que no manifiesta al encontrarla ninguna reacción de miedo o rechazo de la misma.
Se hará lanzando el señuelo o bien una pieza de caza fresca a la vista del tirador y del perro a una distancia que ofrezca poca dificultad en aguas de un remanso, lago o estanque de aguas calmas, donde el perro no haga pie y deba nadar. Se realizará, mientras está en el aire la pieza lanzada, una detonación y el perro a continuación, bien sea a la orden o espontáneamente, deberá cobrarla y sacarla del agua.
En los cobros en cada ocasión, los jueces determinarán el tiempo conveniente para que el perro pueda encontrar la caza con facilidad y traerla y, en caso necesario, podrán repetir los lanzamientos.
Se hará lanzando una pieza de caza recién muerta a la vista del tirador y del perro a una distancia de unos 20 metros, en terreno que no ofrezca gran dificultad. Se realizará una detonación mientras está en el aire la pieza lanzada y el perro a continuación, bien sea a la orden o espontáneamente, deberá cobrarla y traerla hacia el conductor.
Para que la prueba se considere superada el perro deberá haber sido declarado APTO en todas las calificaciones generales anteriormente descritas. Y este APTO, es condición indispensable para obtener el Titulo de Campeón de España de Belleza
El amor del Labrador por pluma va desde la pasión salvaje hasta el interés moderado o incluso el completo desinterés , dependiendo de su árbol genealógico y de la destreza de su guía al enseñarle y motivarle, pero casi la totalidad de los labradores disfrutan en el campo trabajando para su amo o su guía.
Aqui se pone a prueba la pasión por la caza de nuestros perro, realizando cobros a la orden de las piezas de caza que han sido derribadas.
Un «field trial» exige el nivel más alto de adiestramiento, donde hay que observar no solo las cualidades de nuestro perro, sino también las del guía. Un labrador dedicado al mundo de los «Field Trial» es un ejemplar altamente disciplinado que disfruta trabajando y, que lo realiza de una manera característica en el cobro y armonía de movimientos en el campo.
Un labrador de trabajo se debe caracterizar por una serie de cualidades que le hagan destacar entre sus congéneres en una prueba de «Field Trial». Son perros con ganas de complacer a su guía, con gran pasión por la caza, elevado instinto de cobro e inteligencia notable. Cobrando con muchísima rapidez y eficacia.
Deben conocer diferentes órdenes que nos permitan indicarles el camino en determinadas circunstancias hacia la pieza abatida. Deberán ser capaces de trazar líneas rectas, pararse a toque de silbato y diferenciar nuestras posiciones corporales que les indicarán si tienen que ir hacia atrás, girar a derecha, izquierda o trazar una diagonal. Además, es importante un buen trabajo en agua, sin inseguridades y con decisión para entrar en dicho elemento y cobrar con la mayor limpieza y celeridad.
Sin correa y distancias largas (300 metros). A destacar dos variedades, en “puesto fijo” como en la modalidad francesa, con distancias más largas y en “batida andante” donde los perros de muestra y escopetas baten el terreno localizando, levantando y abatiendo las piezas de caza que serán cobradas por nuestros Retrievers, cuando lo indique el juez.
Los Retrievers deben siempre respetar el caminar al pie y el turno con respecto a los demás perros.
Las distancias de cobro varían desde los 80 metros a casi los 300, donde el perro debe realizar un perfecto “marking”.
Si fuese necesario dirigir a nuestro compañero, nos debe escuchar a la perfección.
Con correa y distancias cortas. Parecido a un “ojeo”, se abaten las piezas de caza (perdiz, pato, faisán, liebre…), los perros deben respetar la estancia en el puesto hasta que el juez indique que es nuestro turno para cobrar la pieza señalada. El perro debe mostrar serenidad en el puesto sin el menor ápice de nerviosismo. Gemir, cambiar o soltar la pieza, estar fuera de control, marcar territorio…
serán conductas eliminatorias.